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Los puentes móviles representan una aplicación crítica donde los frenos funcionan como el mecanismo de seguridad y control definitivo, responsable de dominar una inercia inmensa y fuerzas externas impredecibles.
En un puente móvil—ya sea basculante (puente levadizo), elevación vertical, o puente oscilante—los frenos no son solo para detener; son fundamentales para la seguridad operativa y la integridad estructural de todo el sistema. Sus funciones son multifacéticas:
El diseño de estos sistemas de frenado siempre se centra en un principio de seguridad por fallo. Por lo general, se utilizan frenos de disco o tambor de gran calibre, accionados por resortes y liberados hidráulica o eléctricamente. Esto significa que si se pierde la energía eléctrica o la presión hidráulica por cualquier motivo, resortes potentes activan automáticamente el freno, asegurando el tramo del puente en su posición actual. Esta característica de seguridad inherente evita un movimiento descontrolado potencialmente catastrófico del puente.
Para un puente móvil, el sistema de frenos es un componente de seguridad innegociable que proporciona posicionamiento preciso, potencia de parada de emergencia y, lo más importante, la capacidad de mantener la estructura de forma segura contra fuerzas ambientales potentes e impredecibles.